Superficies

La piel como elemento arquitectónico es sumamente importante a la hora de definir un edificio. Pues esta representa la manera en la que deseas que las personas lo observen. Mediante esta se pueden tener distintas intenciones, mirar a través de ella, disfrazar, crear contraste con su interior, etc. Pero todas estas intenciones recaen sobre un solo paradigma, ¿Cuál es su fin?

Claramente es interesante ver cómo se comporta la superficie del edifico, cómo es su textura, qué tan abierta es, que tecnologías implementa o inclusive que tan sobria puede llegar a ser. Estas superficies son las que le dan sentido al edificio y lo llevan a ser interesante. Es aquí donde llegan esas intenciones y relaciones con el interior, pues gestos sencillos pueden llegar a tener grandes implicaciones. Como por ejemplo pasar de un lugar muy vegetativo a otro totalmente libre de vegetación, o una piel que es totalmente hermética a su exterior resguardando su estructura y que luego en el interior muestre la conformación de la misma, como en el caso de Frank Gehry.

La piel del edificio no debería de ser el resultado de la proyección de nuestras composiciones en planta, si no más bien un factor en el cual experimenta desde el comienzo. Nuestra intención debería de verse claramente reflejada y plasmar nuestras ideas de diseño.